Antes de la aparición de los tipos de imprenta móviles a mediados del siglo XV, las noticias se difundían por vía oral, por carta o por anuncio público.
En menos de veinte años ya se publicaban periódicos en las principales capitales europeas.
A medida que los periódicos comenzaron a competir entre sí para aumentar su tirada con objeto de conseguir más publicidad, los editores comenzaron a practicar un nuevo tipo de periodismo. Transformaron los periódicos con noticias de carácter sensacionalista, escandaloso y orientado a una causa determinada más allá de la propia importancia de la noticia.
Desde este punto de vista, en estos momentos, existen cada vez más “columnas de opinión” disfrazadas de noticias, convirtiéndose estas últimas en vehículos para influir en los lectores y en la sociedad. Por suerte para nosotros y desgracia para ellos, internet se ha erigido como adalid de los que no tienen voz para “contar su verdad”.
Hemos asistido no hace mucho al “linchamiento mediático” de deportistas de primer nivel, que no hace mucho encumbrábamos, o mejor dicho “encumbraban” los mismos que ahora “han tirado la piedra”.
Por desgracia lo “escrito, escrito queda” y pasará mucho tiempo hasta que su imagen se vea límpia de sospechas malintencionadas.
Existen claros ejemplos que hacen que tener una opinión y expresarla libremente sea una de las pocas libertades que aún nos queden tras la peligrosa tendencia de “nuestros” políticos a legislarlo todo, lo que entienden y lo que no entienden…
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